La galanterĂ­a ha quedado en el olvido


Este martes no ha sido un gran dĂ­a, comenzando con que he salido a hacer cola para poder comprar algo para comer y no he podido porque, para mi mala suerte, me quede dormida y no llegue a tiempo para que tomaran mĂ­ cedula entre las 2.000 personas que se presentaron en el lugar que le tocaba en ese dĂ­a. Luego de recorrer varios establecimientos comerciales especializados en alimentos, he hablado con mi hermana y decidimos que necesitaba regresa a modo de estar aquĂ­ para cuando mi hermana pequeña llegara puesto que la hermana con la que vivo tiene clases. Entonces, llego para encontrarme con que en media hora quitaran la luz dentro del el horario de “ahorro” energĂ©tico impuesto por el gobierno nacional a modo de “salvar” la industria elĂ©ctrica del paĂ­s que ellos mismo ha degradado y que se niegan en admitir. Pero eso no es de lo que vengo a hablar hoy sino de la desfachatez de los jĂ³venes (hombres) de hoy en dĂ­a en este paĂ­s que son incapaces de levantarse y darle el asiento a una mujer, ya sea joven, anciana, embarazada, con un bebe en brazos, con un problema mĂ©dico o, en general, a una persona del gĂ©nero femenino.

A mĂ­ me da mucha gracia el hecho de que muchos chicos aun consideran que las mujeres somos el sexo dĂ©bil, que nuestra vida se basa en el drama de las novelas y el cuidado para “nada” exigente de la casa y los niños, pero se niegan en brindarnos un poco de apoyo con algo tan trivial como darnos el asiento cuando estamos en el transporte pĂºblico. Mi hermana (con la que vivo), estudia psicologĂ­a y por ende contantemente realiza encuestas psicolĂ³gicas a las personas para estudiar su comportamiento, especialmente con la situaciĂ³n tan dura en la que vivimos todos los venezolanos hoy en dĂ­a; en las Ăºltimas semanas, ella realizo una encuesta (que yo realmente no tengo idea de que se trata) sobre la desesperanza aprendida (o algo asĂ­) en la poblaciĂ³n venezolana de escasos recursos con respecto a los problemas econĂ³micos y sociales de Venezuela y como estas personas se ven en un futuro y que esperan de Ă©l. 

Pues resulta que los peores resultados los sacaron las amas de casa, debido (a mi parecer y el de mi hermana) al hecho de que los hombres en nuestra sociedad (y como este gobierno quiere que nos comportemos) salen a trabajar, ganan dinero y lo traen a casa sin mayor problema que las demandas laborales en sĂ­ mismas, mientras que las amas de casa que no lo hacen o no pueden trabajar porque se quedan con los niños y cuidan la casa, se ven en la necesidad de hacer malabares para que alcance la comida, los productos de higienes personal y de paso, contar con que todos los miembros de la familia estĂ©n sanos, rogando a todos los dioses que ninguno de ellos se enferme pues no tendrĂ¡n dinero para pagar por llevarlo al doctor o comprar las medicinas. MĂ¡s aĂºn, deben pararse alrededor de las 3, 4 o 5 de la mañana (quizĂ¡s antes) para dirigirse a las colas todos los dĂ­as para poder comprar lo poquito que le alcanza con el dinero que trae sus maridos, mientras cuidan a los pobres niños en las colas que se quedan con ellas porque no tienen dĂ³nde (o con quien) dejarlos, o estĂ¡n preocupadas porque sus hijos que estĂ¡n en la escuela puedan llegar a salvo a sus casa en este paĂ­s con la capital mĂ¡s peligrosa del mundo (y ni hablar de las ciudades del interior). Pero entonces, quizĂ¡s las que peores lo pasan son las mujeres que si trabajan o las madres solteras, quienes deben ir al trabajo, y preocuparse por todo lo antes mencionado, mĂ¡s la colas interminables, los problemas econĂ³micos y sociales que nos afectan a todos dĂ­a a dĂ­a.

Realmente son las mujeres las que sufrimos la peor parte de toda esta situaciĂ³n, en la que tenemos que enfrentarnos a diferentes factores que el gobierno nacional estĂ¡ tan orgulloso y que degradan, martirizan y corrompen al venezolano. Este gobierno ha hecho, durante estos largos 17 años, que los valores del venezolano niño, joven y adulto se vallan por el drenaje y que quede sĂ³lo personas deplorables, maleantes y que estĂ¡n pudientes de solo hacer daño a los demĂ¡s. SĂ© que muchas de estas palabras no hablan de un hombre no-galante pero cuando veo a los chicos en el transporte pĂºblico que estĂ¡n plĂ¡cidamente sentados cuando hay mujeres de pie en los pasillos sujetĂ¡ndose precariamente en los pasamanos mientras los degenerados conductores eligen montar a mĂ¡s personas para que todos viajemos como sardinas en lata con un costo del pasaje sĂºper elevado que no justifica el deteriore de los autobuses. Todo estos cuando ya tenemos que sufrir con todo lo demĂ¡s que ocurre en el paĂ­s. Es una gran injusticia.

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“One must always be careful of books," said Tessa, "and what is inside them, for words have the power to change us.”

— Cassandra Clare, Clockwork Angel.